domingo, 19 de febrero de 2017

El factor Macri

Por Damián Glanz, en TN.com

Cuando la discusión sobre las tensiones en el Gobierno entran en el cálculo sobre quién acumula más poder, los funcionarios con más influencia en el Gabinete suelen responder con una frase: “Ustedes se olvidan del factor Macri”. Eso significa que no son las piezas las que se codean para ganar posición, sino la mano del Presidente la que ordena el tablero. El esfuerzo puesto en fortalecer la figura del jefe de Estado tiene un efecto con consecuencias impredecibles: Mauricio Macri está pagando caro los errores de su equipo, porque son sus propios errores. Hoy, no hay nada que debilite más al Presidente que la estrategia para fortalecerlo.
Macri construyó su candidatura y la imagen de su gobierno en contraposición a lo anterior: “honestidad” frente a “corrupción”, “capacidad técnica” frente a “despilfarro”, “verdad” ante “la mentira”, “diálogo” como respuesta al “enfrentamiento”. Los episodios postal y jubilatorio hicieron de ese juego de opuestos un sancocho que demolió la estrategia oficial y con ella la imagen del Presidente.

¿“Errores técnicos”?

No hay nada que hoy debilite más a la figura presidencial que la estrategia que eligió el Gobierno para fortalecerla.
A fin de año, las salidas de Alfonso Prat Gay y Carlos Melconian fueron justificadas en la necesidad de mejorar el trabajo en equipo, es decir, consolidar la herramienta del poder presidencial: “El factor Macri”. Para defender esa estrategia, decidió hacerse cargo de dos decisiones que lo afectaron gravemente: la reducción de las jubilaciones y el acuerdo con el Correo Argentino SA. Se escudó en errores técnicos. Fueron más que eso.
El escándalo sobre el porcentaje sobre el aumento de jubilaciones y la AUH dejó una conclusión alarmante: el “equipo” es capaz encontrar una solución “técnica” a la fórmula que se usa para calcular el incremento semestral con una rebaja de haberes que recibe el sector más vulnerable de la población. “Son 24 pesos”, minimizaron desde el Gabinete. Otra conclusión alarmante: el desconocimiento de lo que representa medio kilo de pan para la mesa de una familia pobre deja en evidencia las carencias que tiene el Gobierno para afrontar la crisis social.
Antes de montarse sobre el juego de los opuestos, Macri transitó otro camino, el de los “prejuicios”. Durante años, la comunicación macrista pasó por dotarle al “hijo de Franco” el perfil de un dirigente con sensibilidad social y preocupación por la cosa pública. El tropiezo (“la solución a un problema técnico”) de Emilio Basavilbaso plantó a su jefe frente al espejo de la década “olvidada”. El episodio postal profundizó el problema: ahí apareció la sombra de la patria contratista, otro capítulo central de los “prejuicios”.

El Correo y la familia

 “No previmos un mecanismo de difusión”, se justificó el Presidente luego de anunciar que había instruido volver todo a “foja cero”. Como pasó con las subas del gas del año pasado: volvimos a los problemas de comunicación. La transparencia y la difusión son cosas distintas.
Acá también hay una salida técnica que complica el panorama político: a menos que la familia presidencial no retire todas las demandas que tiene contra el Estado, no hay posibilidad de volver todo a foja cero. El plan acordado entre el Ministerio de Comunicaciones y Correo Argentino SA parte de una premisa: los accionistas pretenden pagar lo que adeudan con el dinero de los juicios que iniciaron por la rescisión del contrato de concesión que decretó Néstor Kirchner.
Macri espera que la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial le ofrezca una solución a un problema que está sujeto a lo que ocurra en el fuero Contencioso Administrativo Federal. Ahí, la familia Macri le reclama al Estado más de 2.000 millones de pesos en concepto de daños y perjuicios.
Primero debería saldarse ese juicio para determinar si corresponde o no ese reclamo. De lo contrario, cualquier acuerdo podría suponer que hay una compensación entre ambos litigios cruzados. Si el plan de la “foja cero” tiene éxito y el ministro Oscar Aguad logra retirar el acuerdo firmado en junio, al menos el Presidente tendrá una certeza: la familia no deberá pagar 4 mil millones de pesos, porque sin “acuerdo” no hay “abuso”, como definió la fiscal.
En la misma semana, el Gobierno cayó en dos “errores” graves en materia institucional. Primero, al instruirle desde la Casa Rosada a la Auditoría General de la Nación una asesoría que solo el Congreso puede decidir. Y luego, hizo lo mismo pero con el Poder Judicial. En ese caso el problema es mayor: la Ley de Quiebras solo habilita a los jueces a homologar o rechazar un acuerdo entre las partes, pero no están facultados a ofrecer pautas del acuerdo.
Macri quiere que la Justicia, en una suerte de junta médica interfueros, ofrezca una salida al conflicto de intereses desatado. No hay fallo judicial que le permita a Macri dejar de ser Macri. En este debate o pierde su familia o pierde el Estado. No hay empate posible. El “factor Macri” también es su pasado.
 “La acumulación de errores desgastan”, reconoció el jefe de la bancada radical, Mario Negri. Y Macri decidió el camino del desgaste, porque es su propio fusible. No hay nada que hoy debilite más a la figura presidencial que la estrategia que eligió el Gobierno para fortalecerla.

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