jueves, 1 de octubre de 2015

Valiosísimo libro sobre el Imperio Inca en Santiago

Tapa y solapa del interesante libro de historia del abogado santiagueño Antonio Virgilio Castiglione, uno de cuyos ejemplares fue enviado a Ciudad del Vaticano y recibido por el Papa Francisco.
Acaba de salir publicado el libro del investigador santiagueño doctor Antonio Virgilio Castiglione, titulado “El Imperio Inca llegó hasta Santiago del Estero (en la Argentina), que también aborda otros dos aspectos interesantes de nuestra historia como son El Camino del Inca y El Quichua Santiagueño”.
La obra está auspiciada -con su logo en la tapa- nada menos que por la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cuzco, una institución peruana jesuita de 350 años de antigüedad, cuya Iglesia de la Compañía de Jesús, el seminario y sus aulas, están ubicados enfrente mismo de la Plaza de Armas de esa milenaria ciudad, a donde estaba situado el palacio del emperador inca Huayna Capac. Sin duda, un respaldo académico por demás significativo, en especial porque su Rector, al autorizar ese auspicio, sostuvo en la resolución que el libro “prestigiará a esa institución”.

Inicio de la investigación

El doctor Castiglione se vio motivado a realizar esa investigación luego de enterarse, en el mes de julio de 2014, que la Unesco (Naciones Unidas) había declarado como “Patrimonio Cultural de la Humanidad” al Camino del Inca (un proyecto cultural denominado “Qhapaq Ñan”, que significa camino del inca en lengua quichua, que tuviera como iniciadora a la hermana República del Perú). Ocurre que esa declaración benefició a los países andinos desde Ecuador a Chile, incluyendo a la Argentina, y en nuestro país beneficiando a las provincias “cordilleranas”: Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, Tucumán, San Juan y Mendoza. Pero se excluyó a Santiago del Estero.
Nuestro comprovinciano consideró que ello era una tremenda injusticia para con nuestra provincia. Arbitrariamente se consideró que el inca no llegó hasta estas tierras y que el camino (entiéndase la red vial) solamente podía ser “empedrada”, con los caminos de piedra. 
Y se propuso tratar de enmendar esa injusticia. Para ello debía probar -lo que es el objeto el  libro- que el territorio que hoy ocupa nuestra provincia de Santiago del Estero estaba ubicado en los confines del Imperio Inca, que los incas conocieron esta provincia y a los aborígenes que la habitaban, que “caminaron” por ella (por ello hubo caminos, valga la redundancia), que “señorearon” sobre ella, que tuvieron tratos o vinculación con sus habitantes y que incluso los utilizaron. Que los juríes y mataráes -los habitantes de esa zona- recibieron enviados incas (“orejones”, curacas, mitimaes, amautas y soldados), el idioma oficial del Cuzco (el quichua), la llama y el guanaco, y asesoramiento en agricultura, canales y riego, producción textil, cerámica y objetos de metal. Es decir tenían contacto directo con el Cuzco y, por ende, hubo caminos, aunque en este caso, los de Santiago del Estero fueron de tierra. Que hubo una relación de tipo comercial, con intercambio de bienes, servicios y recursos humanos, llevándose -por dichos caminos- los productos de esta región y se trajeron otros. Que los funcionarios reales cada tiempo iban al Cuzco y venían de él. Que los emperadores incas, que eran habilísimos administradores, debían estar siempre bien informados de lo que ocurría en su imperio. Y para que ello ocurriese, imperiosamente debía haber caminos.

Un libro bien documentado

Contratapa y solapa de la obra de Castiglione que intenta producir un cambio de paradigma en Santiago del Estero, ya que hasta ahora algunos consideraban que el Inca no llegó a lo que hoy es nuestra provincia. 
Para cumplir con ese cometido, el autor se sirvió de cartografía (mapas), de la opinión de más de 80 autores, de documentos que obran en el Archivo General de Indias (de Sevilla, España) y de numerosos elementos arqueológicos que encontraran los hermanos Emilio y Duncan Wagner, y luego otros investigadores. En uno de esos documentos, el entonces gobernador Juan Ramírez de Velasco, del 10 de abril de 1590, le informaba al rey de España que “el inca estuvo aquí”.
Y en relación a los múltiples objetos de hierro encontrados en la región del Salado, por los hermanos Wagner, sostiene que eran parte del equipamiento militar de los incas: por ejemplo las hachas, las mazas estrelladas rompecabezas, etc. (que están en el C.C.B.)
El libro que comentamos incluye más de 150 fotografías, 22 mapas que incluye a Santiago en ese imperio, etc.
Con todos estos elementos, Castiglione presentó una ponencia en el VI Congreso Nacional de Historia del Perú, que se realizó en agosto de 2014 precisamente en el Cuzco (que era la capital de ese imperio), y que se llevó a cabo en el recinto de la Universidad que hoy le auspicia el libro.
Esa ponencia, que afirma que el Imperio Inca llegó hasta Santiago del Estero, fue aprobada por unanimidad y el Plenario del Congreso recomendó que se le elevara a la Unesco. 
Con esta obra el autor intenta producir un cambio de paradigma en Santiago del Estero, ya que hasta ahora algunos consideraban que el Inca no llegó a Santiago del Estero y que al quichua lo trajeron los yanaconas de la expedición de Diego de Rojas.
Castiglione afirma que los incas ingresaron por polvorientos caminos de tierra (obviamente que allí no hay piedras) paralelos a los ríos Salado y Dulce, principalmente del primero de ellos. Que formalizaron una alianza con los aborígenes “santiagueños” para que ellos los ayudaran a controlar la frontera oriental del Imperio (el Tawantinsuyu) que se apoyaba sobre el río Salado, para evitar que las tribus aborígenes salvajes del otro lado invadieran nuestra Mesopotamia (la región ubicada ente los dos ríos) y asaltaran las minas de oro y plata que los incas explotaban en el Noroeste argentino, para llevar esos metales a Cuzco, la capital de su imperio. Que en la región del Salado medio, se instaló un fortín inca (adviértase el nombre de una ciudad santiagueña cercana, única en Argentina con esa denominación). También hubo a la par una localidad denominada fortín Atahualpa.
El autor afirma que los incas nos legaron el idioma quichua, que todavía se habla en el interior (y que en ninguna otra provincia argentina se lo habla ya), el maíz, algunas comidas, influencia en lo textil (por ejemplo las teleras), en la cerámica, algunas tradiciones, en técnicas de cultivo e irrigación, los topónimos (nombre de lugares) pre-hispánicos, etc.
Destaca a los investigadores que han estudiado nuestro suelo y nuestra historia. 

El ingreso del Cristianismo

Francisco Solano.
El autor se refiere a que por estos caminos que el inca nos dejara, ciertamente construidos en épocas anteriores a la llegada del español en el siglo XVI, el Cristianismo ingresó al territorio de lo que hoy es la República Argentina. El primer español que ingresó y fundó un pueblo (Barco I, II y III) fue Juan Núñez de Prado, que a partir de 1553 se denominó Santiago del Estero.
Sostiene que la primera escala del Cristianismo fue Santiago del Estero, desde donde se diseminó a todo el Noroeste Argentino.
Por ese mismo camino vino en el año 1590, desde Lima hacia nuestra ciudad, el padre Francisco Solano. Y por esa ruta, ese fraile franciscano -luego santo- predicó el cristianismo. Que por ese mismo camino vino el primer obispo argentino, que fue el de Santiago del Estero,  Francisco de Victoria (recuérdese que el papa Pío V, por Bula de 1570, fundó nuestro Obispado denominado “del Tucumán”, pero con sede en nuestra ciudad).
“Mama Antula”.
Que por ese camino de los incas vinieron los jesuitas y demás órdenes religiosas a Santiago del Estero. Y desde aquí salieron para construir y erigir las iglesias catedrales de Córdoba y de todas las ciudades del Noroeste.
Que por ese camino salieron de Santiago del Estero y transitaron las órdenes religiosas (franciscanos, dominicos, mercedarios, de la Compañía de Jesús, etc.), para fundar los conventos del NOA.
Y por esos caminos evangelizó nuestra Sor María Antonia de la Paz y Figueroa (en proceso de beatificación), quien se fue hasta Jujuy y luego desde allí caminando en “ushutas” hacia Buenos Aires.
Por ello queda en claro que nuestra ciudad de Santiago del Estero resultó ser no sólo “Madre de Ciudades”, sino también la receptora -y luego difusora- de los principios de la fe católica en esta parte del llamado Nuevo Mundo.

Del Papa Francisco

El doctor Antonio Virgilio Castiglione le envió de obsequio un ejemplar de su nuevo libro al Santo Padre, destacándole las consideraciones del párrafo anterior.
El Pontífice argentino Jorge Mario Bergolio le contestó el día 3 de septiembre, agradeciéndole el envío.

El quichua santiagueño

En la segunda parte del libro, el autor hace referencia al quichua santiagueño, su teoría acerca de cómo llegó ese idioma a la provincia, las palabras de origen quichua incorporadas al hablar diario, con una traducción al idioma inglés (esto último ya que se sabe que algunos de los libros de nuestro comprovinciano obran en bibliotecas de Universidades de América del Norte y de Europa). Explica por qué Santiago del Estero es un “reducto idiomático”, las acciones que ha seguido el estado provincial para proteger ese idioma, leyes sancionadas, cursos y jornadas dictados, bibliografía, autores, reconocimiento a los pueblos originarios, etc. Son interesantes ciertas proclamas políticas (panfletos), transcriptas en idioma quichua (y traducidas al castellano en el libro), inéditas hasta ahora, que fueron utilizados en ciertas campañas electorales en nuestra provincia. 
Al final hay una valiosa colaboración de la doctora en lingüística, Hebe Luz Ávila: “Un aporte desde la lingüística”, precisamente el título.
Nos ha parecido interesante destacar por último, que el prologuista, el doctor Escobar Medrano, un catedrático peruano, afirma que “este libro tiene pólvora en sus venas”. 

Interés del Gobierno provincial

Esta última obra de “Antonito” Castiglione ha merecido el interés y el apoyo a la importante investigación del Gobierno provincial que encabeza la doctora Claudia Ledesma Abdala de Zamora, así como del presidente provisional del Senado, doctor Gerardo Zamora, en especial desde el punto de vista del turismo, que ambos quieren favorecer, y porque siempre se dijo que los incas conocieron las aguas sulfurosas y tomaban baños termales en Río Hondo.
Asimismo, la subsecretaría de Cultura provincial declaró a este libro de “Interés Cultural”. 

1 comentario:

Hebe dijo...

Un libro necesario, que ojalá sea un hito en nuestra historiografía. Hecho con seriedad y sin escatimar esfuerzos para conseguir la mejor información respaldatoria. Y para peor, defendiendo su tesis prácticamente solo, pues muy pocos se jugaban por ella, ya que es preferible la comodidad de lo ya establecido.Ojalá nuestra provincia pueda sacar de él todo el provecho que se merece, y conseguir formar parte del “Qhapaq Ñan”. El esfuerzo se lo merece.