lunes, 27 de octubre de 2014

Un santiagueño agropecuario insultó a Kunkel

Carlos Kunkel, comandante de la columna 21 de la Organización Montoneros que en los ‘70 actuaba desde el Puente Pueyrredón hasta la ciudad de La Plata.
El sábado 18, en el avión de vuelta a Buenos Aires, un hombre de mediana estatura ingresó y se detuvo nerviosamente frente al asiento del diputado nacional bonaerense y delegado Coordinador de la intervención del PJ distrito Santiago del Estero, Carlos Kunkel.
Kunkel, que fuera integrante de la guerrilla Montonero de los ’70, que tenía alias como “Mario”, “Paco”, “Zorzal” (por “cantor” y “batidor”) o “Comandante”, se quedó calladito cuando el “hombrecito” lo insultó de arriba abajo; “lo trató como a un perro”, según otro pasajero del mismo vuelo que habló con Arena Política. Hasta le dijo “ladrón”.
Luego se supo que se trataba de una persona dedicada a las actividades agropecuarias en Santiago del Estero y que decidió descargó toda su bronca por las políticas del kirchnerismo contra el campo, en la cara del “Comandante” montonero.

Echado por Perón

Éste personaje es uno de los ocho diputados nacionales que en enero de 1974 se opusieron al proyecto de reforma del Código Penal enviado por el presidente Juan Domingo Perón. El general los convocó a la Quinta de Olivos y los echó con esta frase: “El que no esté de acuerdo se va”. Terminaron renunciando creyéndose capaces de confrontar con el líder.
También es uno de los que Perón repelió de la Plaza de Mayo en la jornada del 1 de mayo de 1974 en ocasión de los festejos por el Día del Trabajador, cuando el “Viejo” se burló llamándoles “estúpidos” e “imberbes”.
Reaparecido en la política nacional con el regreso del kirchnerismo, el “Comandante” interpreta el papel de bravucón hasta llegar al ridículo de mostrarse más papista que el Papa.
Cuando se confiscó en Ezeiza un avión del Pentágono, exigió al presidente de Estados Unidos, Barack Obma, que “no dimensione el episodio ya que la Argentina sólo hizo cumplir la ley ante una operación de contrabando que salió mal”.  Corajudo, insinuó: “Yo no sé si las drogas las traían los empleados del Gobierno de los EE.UU. porque son drogadictos o las traían para dárselas a un amigo de los que ellos tienen acá”.
“Traidor, hijo de puta”, le dijo en varias oportunidades Carlos Kunkel al diputado nacional y ex gobernador de Buenos Aires, el ingeniero agrónomo Felipe Sola, delante de todos los legisladores y en una discusión en la Cámara baja. El matón kirchnerista trató de este modo a Solá porque se atrevió a decir que en los años del Gobierno kirchneristaa “no hubo política agropecuaria”.
Ridículo al máximo, Carlos Miguel Kunkel (a) “Mario”, “Paco”, “Zorzal” o “ Comandante”, salió a defender al entonces viceministro de Economía, Axel Kicilloff, en el recinto de la Cámara de Diputados de la Nación, enojado porque el joven funcionario había sido abucheado cuando regresaba a Buenos Aires desde Uruguay. El montonero dijo: “Yo hacía una reflexión cuando fue agredido Kicilloff y decía que los que viajan en clase turista en Buquebús desde Colonia a Buenos Aires, no son oligarcas. Es el famoso medio pelo del que nos hablaba (Arturo) Jauretche. Quieren sentirse oligarcas pero no lo son, y son resentidos por eso”.
Otro grotesco tuvo como víctima al periodista del diario La Nación, Mariano Obarrio, a quien increpó porque le hizo un reportaje a Néstor Magnetto. “Debes dejar de defender a tus patrones”, aconsejó, en público, el irascible jefe de “los montos”.
También en el Parlamento se enojó con el diputado nacional Fernando Iglesias quien fundamentaba su oposición al proyecto de ley para reestatizar Aerolíneas Argentinas. El “Comandante” le interrumpió la exposición a los gritos: “Ponete la camiseta argentina, Iglesias”.
Lo más kafkiano del inefable Kunkel fue la propuesta de disolver el Congreso para habilitar la re-reelección de Cristina Fernández de Kirchner.

Dos mujeres y un varón

La mano abierta que le tapó toda la cara a Kunkel fue de la diputada Graciela Camaño, “cansada de los insultos” del jefe montonero.
Claudia, la hija de Juan Ignacio Rucci, es una de las dos mujeres convertidas en piedras en los zapatos del “Comandante”, cada vez que exige el esclarecimiento definitivo del crimen de su padre, el sindicalista José Ignacio Rucci, asesinado a tiros por los Montoneros.
“Lo que no entiendo de usted -tantos años después- es esta obsesión por seguir encubriendo, por ocultar la realidad. A usted, como a tantos otros, les falta coraje, diputado Kunkel. Coraje para ser sinceros, enfrentarse a la sociedad y decir: Perdón argentinos, nos equivocamos!”, es lo que expone Claudia Rucci para fundamentar sus sospechas de que el “Comandante” mucho sabe de la muerte de su padre.
Bueno, la segunda mujer es la doctora Graciela Camaño, diputada nacional por la provincia de Buenos Aires y esposa del sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo. Kunkel, como nunca enfrenta cara a cara a Barrionuevo, acostumbraba a chicanear y tratar sin respeto a Graciela, sobre todo en las reuniones de las comisiones legislativas “acusándola”, a viva voz, como “la esposa de alguien”.
La fastidió tanto el grandote montonero que la mujer se levantó de su silla y lo encaró. No alcanzó a completar la frase de “la esposa de alguien” porque Graciela le estampó un furibundo cachetazo que le hizo saltar la colorada de la boca.
Ah, y este santiagueño que fue el hombre que se animó a encararlo en el avión. Se trataría de un productor agropecuario que el sábado pasado, delante de todo el pasaje del avión de Santiago hacia el aeropuerto Metropolitano, lo trató de ladrón, sinvergüenza, etc., y el “Comandante” se quedó calladito, pusilánime y cobarde, demostrando que no sabe defender su honor si no tiene barras de aplaudidores detrás.

Algunos datitos

Kunkel fue quien más gritó en contra del homenaje a Jorge Mario Bergoglio cuando lo eligieron Papa, pero no tuvo vergüenza y viajó al Vaticano a saludarlo.
La literatura seria de la década del ’70 explica que a Kunkel también se lo llamaba el “Zorzal”, graficando que “buchoneó” o “cantó” para obtener su libertad en la provincia del Chaco.
Una de las tantas acciones terroristas en el país en la década del ’70 fue el  copamiento al destacamento policial de Colonia Aborigen, Machagai, Chaco, el 15 de abril de 1974, con el saldo de un suboficial de la policía herido, el cabo primero M. Acuña, y la detención inicial del guerrillero Carlos Kunkel y el sacerdote Jaime Zorokde.
Después de una reunión de Zabala Rodríguez (JP-Montonero) con el ministro de Gobierno del Chaco, Florencio Tenev, se logró la liberación de Kunkel y la detención de más de 100 personas comprometidas, nombradas por el “Zorzal”,  como moneda de cambio. Posteriormente, el juez liberó 82 personas quedando 18 detenidos e implicados en el suceso.
Kunkel, por otra parte, fue expulsado del movimiento peronista en 1974 por “traidor, contumaz, estafador de los votos de Perón, desleal al justicialismo y antipopular”.
Preso y culpado de actos terroristas, fue beneficiado por la Ley del Punto Final durante el gobierno de Raúl Alfonsín en 1984.
Ahora, como legislador nacional y junto a otros colegas que formaron parte de la guerrilla Montoneros y otras, aprobaron en la Cámara baja, en noviembre pasado, una ley que otorga una pensión graciable de $6.000 a “víctimas de detenciones ilegales por razones de carácter política o sindical”, hasta 1983.
Entre los beneficiarios se encuentran el secretario Legal y Técnico Carlos Zannini, el diputado del FpV Carlos Kunkel y el legislador porteño del FpV Dante Gullo, entre otros.