lunes, 1 de septiembre de 2014

Poca buena tropa trabajó frente al “bandeñismo”

Hidalguía de Mariela Nassif que no dudó en dar la cara, reconocer la derrota y felicitar al ganador y a todo el pueblo bandeño que participó con el voto.
Hay que empezar por el principio: Gerardo Zamora cedió mayores espacios a sus socios de Bases Peronistas y habilitó al líder de Bases Peronistas, el vice gobernador José Emilio “Pichón” Neder para que postulara al candidato a vice, que terminó siendo el sindicalista y diputado provincial, Carlos Adamo. Detrás del gremialista de la ex dirección de Obras Sanitarias de Santiago del Estero no apareció nadie encolumnado de buen agrado  y muchos aspiraban sólo a ser nominados candidatos a concejales.
Incluso llegó gente foránea; “dirigentes de río revuelto” que se autoproclamaban como “jefes de campaña” ante el ciudadano bandeño. Se decían salvadores mientras despotricaban y apartaban a los radicales de las viejas luchas. Con esta metodología generaron una dispersión de las bases.
Este comportamiento demostró que el zamorismo no tuvo nunca un estado mayor. Al contrario, se instalaron como voceros grupúsculos de aventureros que sin representatividad ni de los familiares buscaron copar el contexto bandeño.

Pagó caro el zamorismo

En La Banda, el trabajo del líder del Frente Cívico por Santiago del Estero, Gerardo Zamora y de su esposa, la gobernadora Claudia Ledesma Abdala, fue titánico y a diario, gastando jornadas enteras para poner la cara en una causa obstinada por ganar la comuna del otro lado del río.
Reiteramos, pasó que la fuerte presencia de líder y gobernadora dio brillo y realce a los distintos mítines, pero falló la correa de transmisión, o sea el referente o dirigente, que estuvo ausente a la hora de trabajar con seriedad en todos los segmentos.
Los radicales bandeños se constituyeron en meros espectadores, y los perucas de Bases Peronistas recurrieron a la mala política que fue poner por delante de la tarea proselitista sus cuestiones personales (de enojo y de maltrato) con Adamo, que de discreto e insulso se volvió cerrado, indiferente y desatento con sus compañeros del sindicalismo y con los miles creyentes del credo peronista. Con “Cali” sin atender a nadie y con sus referentes confiados “en que si ya vinieron Zamora y Claudia ¿para qué vamos a gastar esfuerzos?”, la perseverante Mariela Nassif se puso la campaña en el hombro, pero no alcanzó.
No alcanzó porque la actitud de “los políticos” fue depositar demasiada confianza (o toda) en las figuras señeras del Frente Cívico por Santiago. Encima, los referentes de Bases Peronistas se entreveraron en tironeos por vehículos, bolsines y dinero a cambio de un trabajo fuerte y tesonero.
Se confiaron pensando que con Gerardo y Claudia sobraba para modificar una estructura pueblerina denominada “bandeñidad”. No advirtieron que ese estado de cosas, en la política, sólo se puede modificar con seriedad. Fue lo que le faltó a los “barones” de Bases Peronistas que se quedaron (siempre exponiendo obscenamente su poderío económico o sus miserias y disputas personales), en la política chica, menuda…de cuarta.
Se jactaban cuando escuchaban decir que “el bandeño es jodido”, y tuvieron este domingo el cachetazo fuerte de la historia. En 1958, Eduardo Miguel ganó en todas las comunas, menos en La Banda, donde triunfó el radical Efraín Barrionuevo. En 1973, cuando Carlos Arturo Juárez se impuso en toda la provincia, perdió en La Banda a expensas del ferroviario peronista Domingo Juárez, referente por entonces en el justicialismo anti-juarista.
Los falsos salvadores ignoran que a esa forma de protagonizar su  “independencia” el bandeño lo lleva intrínseca, con fuerza telúrica, tanto que va al extremo y se emperra proclamando que la ciudad tiene que llamarse “República de La Banda”, en una rebeldía que viene de atrás, cuando no reinaban los empleos públicos y la clase trabajadora del otro lado del río era ferroviaria. Sus hombres, en las épocas de La Fraternidad y la Unión Ferroviaria, dos pilares de la lucha sindical, asimilaron esos legados como una defensa propia, de pertenencia y de continua insurrección; sobre todo frente a “los venidos de la Capital”.

Frustración y cambios

El triunfo de Pablo Mirolo en La Banda fue rápidamente capitalizado y nacionalizado por el “oportuno” Sergio Massa.
Por todo ello, una dirigencia falluta, sin representación y hasta ignorante, frustró al zamorismo de las mieles de lo que consideraba “la madre de las batallas”, en el distrito La Banda.
Ahora, se hace necesario que se castigue a quienes se les otorgaron “obligaciones políticas”, y sería ejemplar que la gobernadora Claudia Ledesma Abdala de Zamora comenzara a meditar, por ejemplo, sobre el futuro de los altos funcionarios del área política de su Poder Ejecutivo, porque la hegemonía de la alianza que administra la provincia sufrió un fuerte impacto electoral, justamente, en La Banda, donde alcanza connotaciones nacionales.
Todo porque los “embajadores” zamoristas jamás fueron capaces de advertir que protagonizaban una elección trascendente. Se entregaron al descanso y a esperar que al triunfo lo traigan Gerardo y Claudia.
No tomaron en cuenta por qué no había que fallar. Tampoco fueron capaces de calibrar la jerarquía del “padrino” nacional que presentaba el “chabaísmo”.
Por esos errores tácticos, hoy, el triunfo del Movimiento Viable es el mejor trofeo que exhibirá Sergio Massa para afirmar que en La Banda le ganó al kirchnerismo; o a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

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