lunes, 2 de diciembre de 2013

El liderazgo de Zamora, “de taquito”, trasladó los votos a su esposa

Tapa de El Liberal.
Cuando Claudia Ledesma Abdala de Zamora le dijo públicamente a su esposo y todavía gobernador “éste triunfo es tuyo”, dio en la tecla, porque el jefe del Frente Cívico por Santiago se dio el gustazo de demostrar a propios y ajenos que, al menos en nuestra provincia, se puede ejercer el poder de “trasladar” los votos. Es lo que logró Zamora como antes lo hizo Carlos Juárez: ofrendar su caudal electoral hacia la esposa.
“Ganó de taquito”, graficó un zamorista futbolero que quiso explicar que como Zamora es el dueño de los votos, se puede dar el lujo de trasladarlos a donde se le plazca.
Y las elecciones fueron una anécdota; un cuento conocido. Inclusive, Arena Política anticipó que Claudia Zamora iba a ganar por un porcentaje que iba del 63 y el 67 por ciento.
Es que el propio Zamora le dijo a su tropa, una semana antes de las elecciones que, conforme a las encuestas, su esposa triunfaría por el 67 por ciento de los votos.
Puede decirse que estaba cantado que el aparato electoralista del zamorismo actuaría con fuerza y hasta con vehemencia, no sólo con el propósito de ofrendar el triunfo a la esposa de Zamora, sino para “sepultar” a los adversarios. Este domingo funcionó bien aceitado (“hasta con demasiado aceite”, susurró un suspicaz analista refiriéndose a las dádivas que siempre campean en los comicios), seguramente porque fue la apuesta más fuerte que se decidió emprender Zamora y estaba bien atento a que no se le escapara ni un voto.
Al final de la jornada, el propio Gerardo Zamora se confesó: “Todos mis sueños se han cumplido en la política”. Claro, jugó fuerte y se interpuso a las críticas (sobre todo de la prensa nacional), con una decisión temeraria como es experimentar “el traslado” de votos. Lo logró. Con creces.
Todo porque la gran mayoría ciudadana lo respaldó con más de 295 mil sufragios y, además, cuidó demasiado su arco como para que el segundo, en este caso el radical Emilio Rached, quedara lejos con apenas 66 mil votos.
Claro que el gobierno fue “ayudado” con una oposición endeble: radicales que no tuvieron fiscales en todas las mesas de votación; viables que se dividieron a última hora y dispersaron votos, y un Frente para la Victoria destruido y sin ninguna chance electoral.

El imperio zamorista

Tapa del Nuevo Diario.
Zamora se puso al hombro la campaña e impuso a su esposa y al vice José Emilio “Pichón” Neder. Esta vez comprendió que debía jugar el rol de artífice; del triunfo o de la derrota.
Por ello evitó que algunos improvisados asesores o ministros le hicieran llegar ni un solo consejo, confirmando que fueron los que lo equivocaron a comienzos de año cuando optaron por “la resolución judicial” y desecharon la reforma de la Constitución a la hora de aspirar a la re-reelección; todo lo cual terminó en un papelón, a expensas del fallo de la Corte Suprema de Justicia.
Los hizo a un lado y procedió adecuadamente. Se la jugó solo al ofrendar la candidatura a su esposa, encabezar la campaña y coronar la victoria.
Se confirmó, entonces, que Zamora, que era el jefe, se recibió también de conductor; título que estrenó el domingo. Y, con ello, la provincia que hasta hace 8 años era juarista, pasó a ser, definitivamente, zamorista.
Viene ahora la hora de gobernar, y la escribana de Claudia de Zamora necesita el apoyo y el asesoramiento de su esposo que, repetimos, es el jefe y el conductor de esta alianza gobernante.
Ahora, Gerardo debe demostrar que tiene uñas de guitarrero y que es capaz de proteger la administración de su cónyuge, a fin de que el “imperio” que es tan eficaz para recolectar votos, también puede ejecutar una gestión exitosa y con mucha transparencia.
La gente le cree y Zamora no tiene que rifar esa credibilidad. El santiagueño aspira que este gobierno esté impregnado con “el perfume de Claudia”, y la jefa de la nueva administración no tiene que desaprovechar esta extraordinaria oportunidad de consagrarse como “la mejor gobernadora”.

No hay comentarios: