miércoles, 31 de julio de 2013

Chito Vozza…un recuerdo a la vuelta de la plaza

Por Miguel A. Brevetta Rodríguez.
A mediados de los sesenta, a la salida del Colegio San José, la plaza Libertad se había convertido en nuestro punto de encuentros, en donde motivados tal vez por las costumbres de la época, acostumbrábamos a circundar sus alrededores mientras programábamos el destino de la noche.
La conocida “vuelta del perro” (1) era una especie de ritual que se cumplía inexorablemente los días sábados y domingos generalmente entre las 19 y 21 coincidentes con la culminación de las misas vespertinas de la Iglesia Catedral.
En nuestra  misma trayectoria circulaba un simpático personaje, de baja estatura, llamativa estampa, que por lo notoria, afinaba con los ritos que signaron la elegancia de los años 30. Su poblada cabellera ensortijada y brillante por los efectos de la gomina, conformaban un rostro picaresco, en donde se destacaban unos bigotes hábilmente trabajados como corolario de horas con paciencia y habilidad.
Resultaba sorprendente su actitud de “aparecer y desaparecer” en simultáneo con atuendos diferentes, sacos, corbatas, moños y en algunas oportunidades asistirse con algún paraguas o un bastón, para marcar el garbo característico de una silueta culta y distinguida que paseaba sin prisa serpenteando la explanada.
Nunca nos pasó desapercibido, como tampoco dejamos de interrogarnos respecto a su identidad. Después supimos, por el mismo, su nombre completo: Marcelino Rafael Antonio Vozza Solá, hijo del ingeniero Pedro Vozza y de María Placida Solá Place;  “Chito” para los amigos, que fue lo que precisamente desbordaba en su personalidad, una simpatía si limites, que buscaba consolidar lazos amistosos, porque estaba seguro de que cada uno de nosotros, era el hijo de sus tantos amigos. Lo que resultaba ser verdad.
“ Y allí estaba don Marcelino Vozza Solá con la palabra oportuna y chispeante hasta convertirse el también en un centro de atracción que fraternalmente se dispensaba a todos La vida de relación, la cultura de sus modales, y su inconfundible perfil físico y espiritual, constituyeron los aspectos salientes de esa existencia nimbada de inquietudes románticas. La pasión por la música y las letras, la cita literaria a flor de labios o la inserción de un acontecimiento histórico, en nuestra diaria realidad social y política, fueron vertientes inseparables de su persona en el centro de toda rueda de amigos. Allí se encontraba a sus anchas y hacía gala de expresiones ingeniosas cuya cordialidad encontraba fáciles ecos sin provocar resentimientos. “ (2).
Supo ser alumno destacado del Colegio Nacional Absalón Rojas y más tarde estudiante de Abogacía en la Facultad de Derecho en la ciudad de Tucumán. Fue un autodidacta de características singulares razón por lo que abordaba variadas disciplinas en sus múltiples conversaciones. Tuvo un paso fugaz por la arena política que lo llevó a ocupar un cargo en la intervención a la comuna de Frías y también  acompañó al doctor Luis Pericás en el Ministerio de Gobierno.
Emotiva evocación a “Chito” Vozza.
No se sabe con certidumbre las causas del deterioro en la salud de nuestro rico personaje que alguna vez fue parte del paisaje santiagueño, “pero ni la fragilidad de las posiciones ni el encono de las pasiones partidarias dominaron su personalidad; de ahí que volviera siempre a la vida cotidiana en la seguridad de reencontrarse con sus amigos sin una sola defección. Y aun, en los últimos años, ya enfermo, y alejado de toda actividad, su espíritu sociable le hacía prodigarse en el saludo amable y la frase galana, como si aun quedaran en su alma los ecos de una manera de ser tan personal y característica.” (3).
El veintitrés de marzo de 1985 ya septuagenario dejó de existir en nuestra ciudad que hoy lo recuerda y reconoce como a uno de sus “personajes populares santiagueños”.

Fuente:
1-  (pop) Costumbre de la gente joven del interior del país de pasear en las plazas públicas, transitando las mujeres en un sentido y los hombres en otros, para encontrarse en cada vuelta de frente, y a veces dirigirse la palabra.
2- y 3,  L.A.L., diario El Liberal, 26/3/1985.

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