domingo, 30 de junio de 2013

Progres multicolores

Por Aldo Bravo, líder del Socialismo de Santiago del Estero.
Es muy peligroso para una sociedad democrática el hecho de que una gran porción de la misma se mal acostumbre al cambalache cotidiano. Es decir que haya miles de ciudadanos que terminen considerando natural lo que claramente constituía un escándalo en tiempos de conductas honestas y austeras.
“Incluso en estos tiempos/triviales como un baile de disfraces…” -canta Sabina- resulta incomprensible la claudicación popular que se manifiesta en la inagotable tolerancia frente a los abusos de los que ejercen el poder.
Una breve lista como ejemplo: nos resignamos ante el diario impuesto inflacionario que nos come con antelación los aumentos nominales de salarios, jubilaciones y pensiones; a los santiagueños nos incrementan cuando se le antoja a la empresa respectiva el servicio de agua y cloacas y nadie se entera; nos entregamos mansamente al insólito caos vehicular que provoca muertes evitables y votamos ciegamente a quienes prefieren hacer autódromos, aeropuertos y hoteles inaccesibles para la mayoría de nuestro pueblo en lugar de ensanchar las rutas de la muerte que tenemos; nos rendimos impotentes ante el desmesurado crecimiento patrimonial de los funcionarios de turno y representantes del pueblo, de los proveedores y contratistas del Estado en todos sus niveles; etc.
No obstante, más insoportables nos resultan aquellos ex “progres” que acomodan su discurso para continuar amarrados al modelo de la década ganada y a los chupamedias todoterreno de nuestro pago.

Los que apoyan los desmadres

Aldo Bravo realiza un duro cuestionamiento a quienes consideran natural lo que claramente constituía un escándalo en tiempos de conductas honestas y austeras.
A nivel nacional tienen una Carta Abierta integrada por hombres y mujeres de sesudos argumentos para realizar un “apoyo crítico” y luego de dibujar paréntesis y corcheas terminar apoyando desmadres como la llamada “democratización de la justicia y el blanqueo de capitales”, uno y otro verdaderos mamarrachos contrarios a la existencia básica de la división de los poderes que constituye una República y un castigo para los millones de argentinos que cumplen con el pago de sus tributos y que sufren descuentos en sus salarios y jubilaciones por la aplicación del mínimo no imponible. También forman parte del imaginario K muchos artistas que son rebeldes incurables con la letra de sus canciones pero que no dudan a la hora de cobrar fortunas para actuar en actos oficiales donde el clientelismo y lo superfluo es moneda corriente.    
Para completar el panorama están los comunicadores y periodistas conversos que ven en el fallecido ex presidente Kirchner y la actual mandataria el costado izquierdo que nunca pudieron encontrar en el creador del movimiento peronista. O sea, descuelgan el cuadro de Videla -maravilloso acto simbólico- mientras miran para otro lado cuando aparecen los Báez y sus bolsas que valen más de lo que pesan; Schoklender y sus viviendas populares; De Vido y los trenes que son balas al corazón del pueblo; Oyarbide y sus anillos; Zaffaroni y sus burdeles; Boudou y su imprenta; la kolina de Alicia; Máximo y el clientelismo más furioso de la historia argentina; las apretadas de Aníbal; las agachadas de Timmerman ante dictaduras angoleñas; Moreno y sus índices surrealistas; el “comunismo bueno” de Heller y Sabatella, etc.

Santiago y el nuevo establishment

En nuestro ámbito local asistimos desde hace ocho años a la cooptación zamorista, sin prisa y sin pausa, de ex compañeros de ruta que ahora que ya nadie se acuerda que aquí reinó Juárez durante cinco décadas y media, forman parte del nuevo establishment y hacen todo tipo de interpretaciones hasta llegar a creer que el actual gobernador es lo mejor que nos ha ocurrido en toda nuestra historia provincial. Al igual que los ultras defensores del gobierno nac & pop se callan la boca ante el desmonte irracional; se sacan todas las fotos que hacen falta para seguir siendo subsidiados y son capaces de poner la cara en actos con personajes que nunca dijeron nada de las constantes violaciones a los derechos más elementales.
Quizás creen que hay una corrupción de izquierda que se puede justificar maquiavélicamente por el fin que persigue. Quieren suscribir, tal vez, que en una sociedad de consumo todos tenemos un precio.
Sinceramente, creo que no es así pues hay mucha gente honesta que en vez de hacer catarsis cada dos por tres, alguna vez deberá hacerse cargo de la parte que le corresponde si en verdad quieren construir una sociedad cada vez más igualitaria.

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