lunes, 27 de mayo de 2013

No hay candidatos a gobernador y Zamora está solo en la cancha

Demoran los opositores a nominar candidatos a gobernador y vice, porque sólo les interesa sacar la minoría.
Hay dos fuerzas políticas santiagueñas que acaban de anunciar sus respectivos candidatos a senadores nacionales con vistas a las legislativas del próximo 27 de octubre, pero no se animaron todavía a lanzar los nombres de los que aspirarán a alcanzar las tres bancas a diputados nacionales que renovará la provincia.
Son, sin duda, las más importantes fuerzas provinciales después del zamorismo o Frente Cívico de Santiago del Estero: el Movimiento Viable-Frente para la Victoria, y la Unión Cívica Radical.
Tampoco dieron pistas sobre la dupla que propondrán como candidatos a gobernador y vice, porque la nuestra es la única provincia del país que el 27 de octubre renovará la conducción del Poder Ejecutivo y 40 diputados provinciales.

¿Quiénes ponen la cabeza?

Es lógico que el Movimiento Viable-Frente para la Victoria y la Unión Cívica Radical alarguen las consultas y demoren las definiciones sobre los “elegidos” para la fórmula a gobernador y vice.
Está claro que los condiciona la hegemonía que exhibe el Frente Cívico por Santiago que lo transforma en algo así como “imbatible”, sobre todo porque está confirmado que Gerardo Zamora (acompañado en la fórmula por el actual vice gobernador, Ángel Niccolai), volverá a ser candidato y buscará el tercer mandato o “la re re” a través de una resolución de la justicia ordinaria de la provincia.
Apuntaba un veterano en porfías electorales: “Nadie come vidrio y todos son conscientes que largar la carrera (desde la intemperie) aspirando a ganarle a Zamora es imposible, por muchas razones: no alcanzan o directamente no existen los fondos para la campaña que aseguren llegar a toda la provincia, porque tendrán ‘cero prensa’; no conseguirán alguien que les preste vehículos ni podrán contratar remisses (todos son acaparados por el oficialismo); no tienen capacidad para repartir bolsines con mercaderías y, lo más preocupante, tampoco van a conseguir fiscales que controlen la elección en tan extenso y dilatado territorio”.
“¿Quiénes van a poner sus cabezas para que se las corten Zamora y Niccolai con una paliza electoral contundente?”, preguntó un experimentado analista a un grupo de contertulios en una mesa de café, en torno a la Plaza Libertad.

Las encuestas son inalcanzables

Con encuesta favorable.
Frente a la realidad política reinante, donde Zamora adquirió un poder superlativo y ostenta una estructura y un aparato monolíticos, es lógico que esté solo en la cancha y que cualquier opositor piense dos veces antes de decidir enfrentarlo y oponerse en condiciones muy desfavorables.
Encima, se conocen encuestas serias que meten miedo a los de la vereda del frente. Veamos. Al día de hoy, Gerardo Zamora goza de un 87% entre buena y muy buena imagen, y un 72% de intención de votos.
“Por ello Zamora está tranquilo y ha transmitido esa quietud no solo a la Casa de Gobierno sino hacia toda la dirigencia, que están bien afilados para la campaña y la elección, y esperan el momento en el que se anuncie el fallo judicial que habilite el tercer mandado y la tercera postulación”, según contó un activo “operador” del Ministerio de Gobierno y hombre de Bases Peronistas.

Que vuelvan la  militancia y la mística

En 1973, el juarismo y el peronismo polarizaron la campaña. Carlos Juárez y Francisco López Bustos se disputaban el electorado, mientras que la Unión Cívica Radical era consciente de que no tenía chances.
Sin embargo, sabiéndose perdidoso, el abogado Mario Efraín Ávila aceptó la candidatura a gobernador (no existía la figura del vice gobernador), y recorrió la provincia junto a candidatos a diputados provinciales, encontrando por todas partes dirigentes que trabajaron con militancia y mística, como si estuvieran seguros de ganarles al juarismo y al peronismo.
Al final, López Bustos y Juárez dirimieron en ballotage (segunda vuelta), y Ávila quedó en tercer lugar, alcanzando apenas el 23 o 24% de los votos.
Perdió, pero quedó su ejemplo de un verdadero orgullo partidario de figurar en la lista de candidatos, sin importar que el triunfo no podía ser alcanzado.
Por ello, ahora, aunque Zamora aparezca como imbatible, hay que enfrentarlo en todas las categorías con militancia y mística, aunque fuera desde la intemperie.
De lo contrario, se estaría especulando qué sacar por la minoría y, consecuentemente, legitimando la derrota.

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