lunes, 25 de marzo de 2013

Necesidad de reforma: ¿boleta única o lista sábana?

Por Miguel A. Brevetta Rodríguez.
La implementación de la boleta única en todo el país como solución al rumor de fraude electoral que proponen los partidos políticos alineados con la oposición, colocan sobre la mesa del debate mucho más que una discusión entre los allegados al oficialismo y los que no lo son, y  proponen una fuerte reforma al Código Nacional Electoral, como si el cambio acelerado de la letra, trajera consigo la mágica solución de la transparencia y la celeridad en ordenar los resultados, al final de los comicios.
El Foro para la Reforma Política, dueño de la iniciativa no quiere que el Ministerio del Interior intervenga en la organización, el control y la dirección sobre el acto, el escrutinio provisorio y el resultado definitivo de un acto cívico, proponiendo que estas funciones sean ejercidas por la justicia electoral, sugiriendo además que docentes y empleados judiciales tomen a su cargo la organización de los comicios
Señalan como antecedente inmediato a la provincia de Córdoba, quien hizo la punta y adhirió a la reforma que prevé la boleta única, que piensa poner en vigencia en la próxima elección de recambio presidencial. 

Voces a favor y en contra

La boleta única con la que se votó en Santa Fe, en las últimas provinciales.
Desde distintos sectores del espectro político se alzan las voces, a favor y en contra, sobre la necesidad de reforma y las ventajas y desventajas que este instituto podría traer aparejado al electorado nacional.  
Las alertas de fraude, no son voces que se escucharon al final del último escrutinio de la elección presidencial como una novedad que hoy afecta al sistema. Desde el origen mismo de cualquier contienda, en donde más de dos dirimen intereses, la "trampa" o el "fraude", suena como una constante y no creo que porque se modifiquen uno o dos artículos del código respectivo, se terminará con el flagelo que sin duda forma parte de los defectos invariables de todo articulado legal.   
Conforme el proyecto de ley que un grupo de partidos políticos propone como objeto de reforma consiste en que solo una boleta por cargo electivo se exhibirá en el cuarto oscuro: una para presidente y vicepresidente, otra para senadores nacionales y otra para diputados nacionales, según se trate.
Para la elección de senadores, la boleta contendrá únicamente el nombre de los dos candidatos titulares; en el caso de los diputados, sólo el de los primeros tres candidatos titulares. El votante marcará en un casillero su preferencia electoral, conforme se muestra en la ilustración de esta nota. 
Pero: ¿Cómo conocerá el elector a los senadores suplentes? Y más aun a la nómina de diputados titulares restantes y a la totalidad de los suplentes?  
¿Cómo sabrá el votante donde se encuentra el candidato que lo llevó a la votación, en qué lugar y a cuál partido representa?
¿Dónde está la transparencia si los candidatos no se dejan ver, por estar ocultos?      
Entonces podemos preguntarnos: ¿Cuál es la diferencia con la tan cuestionada “lista sabana”, en que los candidatos -digamos con mala imagen- aparecen camuflados entre los prestigiosos de los primeros puestos?
En el caso de la Boleta Única -sin lugar a dudas- participaran del acto electoral también, debajo de los primeros puestos, con el agravante que no podrán ser detectados por ningún elector precavido, porque a diferencia de la lista sabana, sus nombres no aparecerán de manera alguna.    
También le atribuyen como ventaja al sistema de la boleta única el ahorro en el costo de impresión de boletas y no es ese un justificativo de peso como para cambiar el sistema, toda vez que cada agrupación política que participa en la contienda corre con los gastos de impresión de boletas, que para nada resultan gravosas.      
Pienso que los argentinos tenemos que dejar de copiar modelos de países que no responden a nuestras características. Primero se debe conocer el vasto interior argentino, su cultura, idiosincrasia, estilo de vida, nivel cultural y socioeconómico, etc. para poder valorar recién lo que ocurre en Latinoamérica o en algún país de Europa.
Mal se puede desde la Capital Federal pretender imponer modelos de alcance nacional sin que se sepan, ni se adviertan, los efectos que a posteriori podrían ocasionar a las provincias.      
Es verdad que la organización y dirección del acto electoral a cargo de la Justicia de aplicación, no encuentra obstáculo de ninguna índole para que se ponga en vigencia en el orden nacional, como la eliminación de las listas colectoras, que solo sirven para la confusión y el negocio de algunos.

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