jueves, 20 de diciembre de 2012

Corrupción e impunidad en el Regional: hoy, el administrador

Por Deyes Sosa (nota III).
El administrador del hospital Regional Ramón Carrillo administra irregularmente porque en cada trámite comete un acto de corrupción.
Se llama Miguel Ángel Carabajal quien se desempeña en calidad de administrador del hospital Regional Ramón Carrillo, acomodado en esas funciones por su gremio. En otro tiempo se dedicó a la música como cantante de temas del recuerdo, sin alcanzar mayor notoriedad, seguramente porque su desempeño administrativo excede cualquier caché que le pudieran pagar en los bailongos con música de su tiempo.
Desde hace años, cuando ingresó a la planta administrativa lo hizo con el módico cargo de “chofer de ambulancia”, percibiendo hoy un sueldo de 4 mil pesos y, con los favores del gremio, de a poco, se fue posesionando en la grilla administrativa hasta lograr el cargo de custodio de los bienes del estado.
Se “entongó” con todos los ex directores porque sin su firma resulta imposible cerrar el círculo administrativo, cotizando a la fecha como el “sello” más caro del hospital. El funcionario, no solo embolsa la cometa - sobre cada una de las licitaciones que se realizan- sino que también cobra por decir que recibe “lo que no recibe”, y avalarlo con su firma que sirve como garantía del Estado para “cuidar los bienes de todos los santiagueños”.

Cobra todo a todos

Desde horas tempranas se encierra en el despacho del médico Gerardo Montenegro, director del hospital para definir el curso diario de “las cometas” a recaudar, consumiendo no menos de 10 cafés diarios. Claro, a cargo del Estado.
Embolsa 500 pesitos semanales que le cobra al lavador de autos de la playa de estacionamiento, para que esa humilde persona pueda limpiar los autos de los médicos y llevar el pan a su casa. Encima, los 500 pesos el trabajador los tiene que pagar siempre por adelantado, sino no lo deja entrar al hospital.
Es el responsable de recibir las prótesis del sector traumatología, de alto costo en el mercado, por ello certifica como colocadas en los pacientes sin control alguno ni firma profesional que avale que, efectivamente, fueron implantadas. Hace unos meses quiso rajar a sub-administrador Gutiérrez porque se enteró que también cobraba un plus a los cuida motos, pero sin repartir. Se reconciliaron con buen arreglo de plata.
En su oficina “trabajan” tres empleados que se dedican a “estirar” la lavandina, detergente, champú, desodorantes, etc., porque recibe la mitad de lo que avala con su firma.
Cobra comisión a todos los empleados subsidiados al estar a su cargo el listado de los trabajadores que no tienen relación laboral ni contrato, dependiendo solo se su voluntad y de su sello.
Un conocido subsidiado hoy, con generosos ingresos, pasó por sus buenos oficios a ser empleador contratado. ¿Saben quién es? El mismo Gabriel Gómez, (a) “Gomecito”, de quien nos ocupamos en la nota II.

Debería ser investigado

El administrador tendría que explicarle a la comunidad y, eventualmente, a la policía sobre el paradero de más de 40 aparatos de aire acondicionado pertenecientes al viejo sector Urgencias que desaparecieron del edificio, cuando deberían estar bajo su custodia. Aún se buscan desde hace un mes, sin éxito alguno, 400 paquetes de leche que estaban en su depósito y no pudieron ser distribuidos entre la gente carenciada que a diario los reclama, sin que se les brinde respuesta.
De las miles de bolsas para residuos patológicos (rojas) y las de residuos comunes (negras) solo ingresa la mitad de los que se avala y paga, al ser el administrador el único que las distribuye y siempre le faltan en todos los sectores.
Tiene a su cargo el control de las licitaciones, lo que sería el curro más grande y generoso de su gestión. Cobrando el 20% por cada adjudicación y decidiendo quién se presenta y quien no debe hacerlo. Obvio que su gestión le permite obviar el necesario control de lo que recibe, para perjuicio del Estado. Por algo pasa más tiempo en el gremio que en la administración del hospital.
Al margen del “curro hospitalaria” regentea 5 remises de su propiedad que prestan servicios en la remissería “Madre de Ciudades”, movilizándose a diario en su camioneta Chevrolet S10 ($200.000).
Nadie se explica cómo tiene oficina de 3 ambientes, con aire acondicionado, 3 secretarias y 35 personas a cargo. Mientras él viste saco y corbata, las mucamas del hospital carecen de guantes para limpiar los baños de las salas médicas y uniformes.
Manipula el albergue hospitalario destinado a los acompañantes de internados con domicilio en el interior de la provincia, cobrando a los mismos como “camas adicionales”, desnaturalizando la función al convertir en hotelería, lo que debe ser gratuito.
-Es por todos conocidos, que otro de los curros del administrador es la venta de chatarra, agregando a las mismas cosas del hospital que no tienen ese destino, porque todavía pueden ser usadas.
Su relación cercana con Adriana, a quien designó como su secretaria, ingresando al estilo “gomecito”, sin pasar por los subsidios, adquiriendo nombramiento directo y estable, causa admiración en los tantos dependientes que aspiran a una estabilidad mejor.
Se comenta que el personal estaría preparando un repudio generalizado en contra de los funcionarios corruptos que estamos desenmascarando.

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