martes, 5 de junio de 2012

Como no saben qué hacer con Pato, lo “ascienden” a secretario de Seguridad

Pato, después de cometer todos los ilícitos como jefe de policía, pasaría a ser secretario de Seguridad.
Gerardo Zamora no tiene forma de detener la andanada de denuncias contra su jefe de policía Marcelo Pato, las que demuestran palmariamente que transformó a la repartición en una verdadera banda dedicada a delinquir. Que dio muerte a Raúl Domínguez (el valiente empleado de la dirección de Rentas que contó quiénes defraudaron al ente recaudador con sellos apócrifos, suministrando nombres y apellidos de funcionarios y grandes contribuyentes); que dejó morir tirado en el piso y enfermo a Norberto Edgardo Llugdar (el otro empleado valeroso del Registro de la Propiedad que se animó a denunciar a abogados y escribanos parientes de altos jerarcas del Poder Ejecutivo que hicieron trizas las documentaciones de campos fiscales rurales y urbanos); que ocultó el asesinato de su subordinado Jonatan Barrera, en Frías, cuando perseguía a carteles de la droga; que se apodera de fondos públicos que llegan a la policía para construir fincas y residencias de fines de semanas; que ampara a los narcotraficantes que bajan las sustancias prohibidas en pistas clandestinas, las distribuyen y las trasladan a otros puntos del país y del exterior. Todo eso hace el funcionario “preferido” de Zamora.
Nadie puede comprender cómo y por qué Pato sigue en el cargo, después de hundir a la policía de Santiago del Estero en la “peor de la historia” de la provincia, donde los verdaderos ladrones son el jefe de la repartición y todos sus integrantes (con las lógicas y escasas excepciones).
Una de las últimas correrías del tal Pato ha sido el escandaloso robo de los bienes y pertenencias del ex intendente de la Capital, Julio Alegre, al que el jefe y su plana mayor le dejaron en el lugar donde deberían estar los secuestros, un slip usado y un par de medias. Pato se llevó los objetos más valiosos de Alegre, como los aparatos para realizar gimnasia en la casa y sus secuaces de la plana mayor se apoderaron de juegos de living, de comedor, de dormitorio, televisores, etc.
Lo más interesantes fue que una jueza del zamorismo, Rosa Falco, los descubrió, los indagó y recepcionó la denuncia de Alegre.
En pocas líneas, el perfil profesional y la calidad de funcionario que es éste Pato, al que Zamora decidió mantenerlo a su lado.

Secretario de Seguridad

Aunque Zamora lo defienda (junto al impresentable de su ministro de Gobierno, José Emilio “Pichón” Neder), la conducta delictiva de Pato supera todos los ranking y está devaluado más aún a la mala policía santiagueña.
Por ello, Zamora y su ministro de Justicia, Ricardo Daives (que se cree el sabelotodo), han ideado una salida “elegante” (para ellos será elegante) de Pato. Están elaborando los instrumentos que permitan volver a crear la Secretaría de Seguridad, que fuera “inventada” por Carlos Juárez, cuando el caudillo buscó con ese cargo terminar con la interna entre el represor y mayor del ejército, Jorge D’Amico y el represor y policía Musa Azar. El militar fue secretario de Seguridad y Azar subsecretario de Informaciones. Juárez los excluyó del manejo de la policía (que era lo que buscaban) y los puso a “espiar” a opositores, sacerdotes y periodistas, como un modo de nutrirse de dos canales de “inteligencia” e “informaciones”.
Hoy, repitiendo esa historia, Zamora y Daives buscan excluir de la jefatura policial al repudiado Pato llevándolo al cargo de secretario de Seguridad. Claro que esta vez la figura estaría dentro del área del Ministerio de Justicia, que conduce Daives.
De este modo, Pato seguirá oficiando de “correo” o de “valijero” de los funcionarios de la Casa de Gobierno que, periódicamente, lo comisionan para que traslade grande valijas con dineros que son depositados en bancos de provincias vecinas y hasta de países limítrofes.
¡He aquí el “nuevo Santiago” del zamorismo! ¡He aquí, la calidad de los funcionarios provinciales!

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