martes, 3 de abril de 2012

Nunca es triste la verdad: el “nuevo Santiago” y la trayectoria de Zamora

Alegre y Zamora, cuando salían juntos y como grandes amigos, e inspeccionaban las obras que se hacían con fondos nacionales.
Hace pocos días el gobierno provincial encabezado por el ¿radical? Zamora cumplió siete años de mandato. Un tiempo prudencial como para intentar sacar algunas conclusiones, aunque le falten más de veintiún meses para dejar el cargo de primer mandatario santiagueño.
Los que tenemos memoria no olvidamos que el actual gobernador formó parte durante muchos años de la funcional “oposición” radical al otrora hegemónico juarismo, aquél régimen de terror que ya pocos parecen recordar y que tuvo al asesino Musa Azar como figura emblemática de la represión. Integró largos años la facción radical comandada por el caudillo José Zavalía, oficiando de “todoterreno” del ex jinete.
“Zamorita” fue el más ilustre garronero que tuvo Zavalía y por ello en 1999 se convirtió en su vice-intendente y en 2001 se transformó en intendente de la ciudad Capital. Y fue entonces, al producirse esta ruptura de la cadena de mandos, cuando consiguió que el entonces concejal Julio Alegre tomara partido y se subiera al tren zamorista.
Así fue que en setiembre de 2003 -Zamora- obtuvo un arrasador triunfo en las elecciones municipales consagrándose intendente y Julio Alegre en presidente del “honorable” Concejo Deliberante. En abril de 2004 el gobierno nacional intervino la provincia ante el desmadre ninista-juarista y en las elecciones de febrero de 2005, “Zamorita” se impuso al patético candidato peronista Pepe Figueroa, asumiendo la gobernación en marzo siguiente y -gracias a su dedo y a los concejales dibujados de esos tiempos- Alegre fue elegido intendente para completar el mandato por el período restante, en una maniobra violatoria de la letra y el espíritu de la Carta Orgánica municipal, ya que aún no había transcurrido la mitad de mandato y legalmente correspondía la convocatoria a elecciones generales para que el pueblo elija nuevo intendente. Lo que pasó con Alegre torna inútil abundar en palabrerío y debe recordarse que ambos recibieron en junio de 2009 a la Presidenta, cuatro días antes de las elecciones nacionales del 28 de junio.

Billetera y garrote

Fiel a su memoria de muchacho sumiso a los que están arriba de él en la pirámide, la misma noche de la elección provincial empezó a chuparle la media a los Kirchner enviándole mensajes de genuflexión tan arraigados en él. Y enseguida comenzó su tarea de cooptación a los dirigentes políticos, gremiales y de todo color -cualquier parecido al kirchnerismo no es pura coincidencia-, todos ellos de utilería. Así formó numerosas “mesas de diálogo” a cargo del inefable “Sugus” y sedujo hasta a algunos muchachos progres que solían gustar de gritar sus diatribas contra el juarismo. Ese engendro llamado Frente Cívico que comanda con mano de hierro y cara de nada el gerente Zamora (UCR, viudas e hijos del juarismo, más decenas de sellos de goma, gremialistas desfachatados, progres borocotizados, etc.) “está construyendo la nueva provincia desde hace 7 años y pretende 4 años más desde diciembre de 2013”. Todo parece indicar que lo están haciendo “al nuevo Santiago” fuera del territorio santiagueño, en Córdoba, Punta del Este, San Luis, Puerto Madero, etc.
Un montón de escuelas, hospitales, rutas, autódromo, terminal de ómnibus, pista de bicicross, aeropuerto internacional, etc. ha sembrado el actual gobierno provincial. No hay como la obra pública para hacer capitalismo de amigos y sobre facturar sin problemas. También ha exportado la marcha de los bombos a todos lados, y desde 2003 han iluminado el cielo santiagueño al despuntar el 25 de julio. Media hora de fuegos artificiales para ¿festejar? la tinellización de la sociedad embobada de tanta felicidad (¿?).
Y actualmente ¿qué? Sosteniendo el “obraje del siglo XXI” y con los contratos de locación. Y logrando lo que parecía una misión imposible: amordazamiento total de los medios de comunicación provinciales, en grado superior a los tiempos del Tata y Musa. Pago miserable en negro a miles de trabajadores en todos los ámbitos y, especialmente, en el área de la Salud Pública. Ni siquiera una huelga de hambre fue suficiente para sacarlo de la política del garrote.
El garrote es para todos aquello que no pueden ser atrapados por la política de la billetera. Mesas de diálogo para los traidores de los trabajadores y vendedores de humo; garrote para los que defienden su dignidad y su derecho a un salario que permita la satisfacción de las necesidades básicas. Esta es la marca registrada del “zamorismo”. No nos podemos permitir la ingenuidad de creer otra cosa.

La hora del pueblo

A esta altura de la historia de nuestros pueblos sólo la participación masiva de nuestros ciudadanos nos permitirá construir una herramienta política y social de transformación de este verdadero escándalo de corrupción en que vivimos. El nivel de dignidad de una sociedad se mide por su grado de concienciación en el cuidado del ambiente, por su acceso irrestricto a la salud y a la educación pública de excelente prestación, por la existencia de genuinos empleos bien remunerados y decentes, y también por el pago solidario de sus habitantes de las contribuciones a que están obligados para que esto pueda funcionar.
El zamorismo cree que la gente va a vivir dignamente sacándose fotos con Papá Noel en la terminal, festejando los triunfos ¿santiagueños? de Quimsa y Olímpico, etc., y trayendo a exponentes bien pagados de la farándula K a decirnos que Santiago está asistiendo a su refundación.
Y ya lo adelantó hace unos días a través de Canal Siete, que “en su momento plebiscitará su gestión e irá por un nuevo mandato”, pisoteando la letra de la Constitución Provincial que sus garroneros redactaron en 2005.
Todos, ¡impresentables!

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