lunes, 6 de febrero de 2012

Raly le cantó las cuarenta a Zamora

Por Pablo Donadio, en Estilo, del diario Los Andes, de Mendoza.
Raly, en Mendoza, dijo al diario Los Andes que es un honor que Zamora lo declare enemigo.
Después de una excelente y versátil presentación en Cosquín, una vez más, Raly Barrionuevo dejó mucha tela para cortar. No sólo aborda temas referentes al folclore, a su historia y desarrollo actual, sino cuestiones relacionadas a su apoyo permanente a los pueblos y comunidades campesinas y preexistentes.
Además, reflexiona duramente sobre la política y los tiempos actuales. ¿Está prohibido en Santiago del Estero?
- ¿“Ey Paisano”, qué pasó… (en Santiago)?
- Bueno… me he enterado lo que ha dicho el gobernador (Gerardo) Zamora, y la verdad me ha hecho un honor al declararme su enemigo. Es una pena que yo esté prohibido en mi tierra, más por gente peligrosa como esa. Pero yo sé qué defiendo, y voy a seguir cantando a mi provincia, y por las causas que siento que deben ser apoyadas.
- ¿Ya no crees en la política partidaria?
- No. Creo en la política que hacemos todos los días, que se expresa en acciones de la gente común, de las organizaciones sociales y los pueblos. Falta mucho para que la política partidaria se acerque a eso. Hoy es un gran negocio: fijate el caso de las mineras y del problema de la tierra en provincias como Santiago (del Estero), donde ha muerto Cristian (Ferreyra). Él es, lamentablemente, un caso más de esos engranajes que molestan al sistema, y que el sistema se encarga muy bien de eliminar.
Por eso hay que apoyar esas luchas, que son también nuestras. Ellos son la vanguardia anticapitalista y su lucha es muy concreta, que es la vida o la muerte. Para un campesino que le desmontan su casa, eso es la muerte, entonces prefiere dar la vida. No quiere morir: quiere vivir. Pero no despojado.
- ¿Hay que hacer equilibrio permanente entre la mirada negativa y la necesidad de esperanza?
- No hay una mirada negativa sino realista. Porque hay que saber cómo se maneja el sistema. Pero sí, yo creo que las cosas pueden cambiar, y que los pueblos crecen. Y para seguir caminando hay que ser positivo. Yo tengo que ser positivo si quiero seguir.
- ¿Por eso dijiste que no querías que un gobierno se adueñara de tus canciones?
- Yo no quiero casarme con ningún gobierno, ni que mis letras se las adueñe una administración. Todo bien si a alguno le gusta un tema y lo ayuda como motor de lucha en su gestión. Pero creo que las administraciones están para que uno las exija, y los gobernantes son gente que tiene que hacer su trabajo.
Mis canciones, en principio, me acompañan a mí, y a la gente que las toma y es más de abajo. Insisto: la política partidaria es un gran negocio, al menos en estos tiempos. Y yo no quiero ser parte de eso. No quiero ser parte de gobiernos regionales, provinciales o nacionales que avalan empresas sojeras o mineras que son muy fuertes. Sé que no es fácil, porque se trata de monstruos enormes, pero hay que pensar que se puede.
- En Cosquín diste un show emocionante, versátil, plagado de sorpresas. Entre ellas subiste con referentes de distintos tiempos, géneros y regiones, como Vitillo Ábalos, Liliana Herrero, Elvira Ceballos y la cubana Yusa. ¿Sirve de respuesta a aquella historia sobre qué es y qué no es folclore y que surge en cada festival?
- Yo no tengo que responderle a nadie. No me jode ni me va a joder quien diga eso, porque yo soy un cantante folclórico: nací y me crié haciendo folclore, y eso no me lo saca nadie. Yo entiendo a los que son conservadores y no les gusta mi versión de Hasta Siempre con guitarra eléctrica, por ejemplo. Hay música pa´todos los gustos, y no hay que volverse loco.
De hecho, quizá para otros yo sea conservador. Son formas de vivir, y opiniones respetables, que seguro obedecen a una época, a concepciones muy personales de esos tiempos en que estaba la música salteña, la litoraleña o cuyana en lo alto.
Creo que se puede hacer de todo, y hay momentos en que yo mismo no puedo soportar otra cosa que no sea un bombo y una guitarra. Y por ahí después tengo la necesidad de buscar otros sonidos. Pero yo me sé y me siento un cantante folclórico.
Y festejo que Cosquín le dé lugar a artistas como La Mona (Jiménez), que es un enorme referente de la música popular, muy simbólico de la provincia de Córdoba, y que haya traído en su historia a grandes emblemas de nuestra cultura como Charly (García).
Después cada uno elige qué le gusta. Pero yo soy feliz cada vez que vengo acá. Yo de chico jugaba con dos cosas: con mis autitos y con un tocadiscos con canciones de los Hermanos Ábalos. Compartir un escenario con Vitillo, que es un embajador de nuestro folclore, es un sueño cumplido para mí. Lo mismo con Liliana, Elvira y Yusa.
Hecha una sonrisa santiagueña, se levanta y se va. Una ráfaga de viento sacude su melena rulienta, como si llegara del monte, de ese lugar que atesora los misterios de La Salamanca, donde el quechua es la lengua, y donde la tierra sabe quién la defiende.

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