jueves, 10 de noviembre de 2011

El facilismo que el socialismo nos legó

Por Agustín Laje, en La Prensa Popular.
Tras cuantiosos años de incesante y asfixiante socialismo en Latinoamérica en general, y en la Argentina en particular, nuestra sociedad ha ido absorbiendo e incorporando en sus estructuras culturales posiciones facilistas cuyas consecuencias se sienten sin mucha dificultad.
Dado que la consigna troncal del socialismo es dar al hombre según su necesidad y no de acuerdo al trabajo concreto que realizó, es bajo regímenes socialistas que los individuos están impedidos de efectuar una asociación directa entre el esfuerzo personal, y la remuneración en bienes y servicios que del esmero productivo se desprenden. Y donde esta relación no puede pensarse, se abren rápidamente las puertas al facilismo.
Así las cosas, el inconsciente colectivo de nuestro pueblo ha independizado el goce de un bien, del trabajo necesario para su producción. En efecto, hay una nociva inclinación a fantasear que el acceso a distintos productos y servicios debe existir per se, y que los demás, aquellos que nos rodean, son los responsables de nuestra supervivencia.
Vale agregar que allí donde se va gestando esta mentalidad facilista, se van dando las condiciones para la irrupción de caudillos populistas. El hombre que cree tener derecho a consumir lo que no ha trabajado, encuentra muy agradable las promesas de quienes están dispuestos a jugar con sus necesidades y prometerles el cielo mismo a cambio de su subordinación política.
Ahora bien, el mayor enemigo del facilismo es aquello que el izquierdismo tanto desprecia: la competencia libre. En efecto, donde un individuo puede crear e innovar sin interferencias, el resto no puede dedicarse a la holgazanería sin esperar consecuencias negativas. Se origina así, dentro de este esquema, un impulso generalizado y natural hacia el desarrollo personal que redunda en desarrollo social. La historia de la humanidad lo demuestra con claridad.
Despedir al facilismo y dar la bienvenida al esfuerzo individual y la competencia sin coerción, es una condición necesaria para que sobre la región comiencen a soplar frescos vientos de libertad y progreso. No obstante, puesto que el facilismo es consecuencia y no causa, primero habrá que vencer la hegemonía socialista que nos oprime.

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